Mi historia con los perros data de muchos años atrás. Siempre quise tener uno, pero en casa no me lo permitían. Recuerdo que adopté mi primer perro, a la edad de 9 años, un callejero muy amigable al que recogí del parque, Su estancia lamentablemente solo duró unos minutos pues fue desalojado por mi abuelo en el mismo instante en que hizo sus necesidades debajo de la mesa del pasillo.
Dicen que no hay mejor terapia que los lamidos de un perro, creo en eso. Esa húmeda y tibia expresión de afecto es realmente reconfortante, al menos lo es para mí, como lo es darles en la boca un trozo de pan, creo que a todos los perros les gusta.
Tuve mi primer perro recién a los 18 años más o menos, me lo regalaron, yo ya no vivía en casa, por motivos de estudios me había trasladado a otra ciudad. Mis reencuentros con este maravilloso animal, eran muy emocionantes. "Sonido" ese nombre le puse aunque parezca extraño, por mi afición a la música. No cabía en si de la alegría de volver a verme, era muy gracioso. Lamentablemente estando lejos de casa me enteré de su temprana muerte, creo que no llegó a los 6 meses de vida, temo que le atacó el parvovirus.
Fue una experiencia muy dolorosa, no haber estado en casa para poder hacer algo por él. Ahora sé que lo mejor hubiese sido cuidarlo con vacunas pero no lo hice, porque en ese entonces desconocía muchas cosas importantes para mantener saludable a un amigo canino. Aparte de que en mi ciudad no habían centros veterinarios como en la actualidad. No estaba difundida esta cultura de crianza de mascotas.
Hasta ahora hay en casa unos rincones, donde las huellas de unos rasguños en la pared, me traen a la memoria su imagen, sus grandes orejas caídas, su manto negro, sus ojos de canica color miel y esa cola juguetona, inquieta como un pequeño látigo, hecho no para el castigo sino para premiar con mucho afecto. Cuando las veo, una inevitable nostalgia invade mi alma.
Luego de varios años llegó otro compañero, le puse de nombre "Canuto" era un bajito con mucha personalidad, lo encontró mamá en un paseo al campo, cuando llegó a casa era tan pequeñito que casi cabía en una mano. Al poco tiempo de su llegada se ganó el cariño de todos en casa, eran otros tiempos sin duda.
Una de las aventuras de este fiel amigo es que permaneció perdido casi tres semanas, nos causó mucha pena y preocupación en casa, hasta que fue encontrado muy flaco y sucio, pero estaba vivo y eso era lo más importante. La alegría había vuelto, "Canuto" ya estaba en casa.
Ahora tengo dos maravillosos perros con los cuales he aprendido muchas cosas más sobre el mundo canino. Primero llegó Candy una hermosa golden retriever que regalé a mi hija en ese entonces de 7 años, recuerdo que fue en junio, un domingo para recordar, pues celebrabamos el Día del Padre.
"Candy" es un animal ¿dije animal? Muy docil e inteligente, le he enseñado muchas cosas desde los tres meses de edad. Soy autodidacta en su adiestramiento, leí, investigué, me suscribí a sitios web especializados, ¡bendita internet! y he obtenido resultados muy gratificantes, gracias "Candy" porque has sido un buen motivo para aprender muchas cosas sobre los perros.
"Candy" ha tenido una sola camada, 9 hermosos cachorros, de los cuales me quedé con uno, se llama "Duncan" en honor al famoso perro de rescate de los bomberos de Lima Perú. En la actualidad tiene tres años y medio. Su adiestramiento es un nuevo reto para mi. Confieso que debo dedicarle más tiempo a esta tarea.
Con mis dos amigos comparto gran parte del día, disfrutamos de paseos y a veces corremos por el parque. Creo que me hacen la vida más saludable. He conocido personas que aman, ayudan a los perros y que luchan contra el maltrato animal. Me siento muy agradecido.
Dicen que se conoce una sociedad por la forma en que trata a los animales, eso tiene mucho de cierto, por lo tanto debemos erradicar todo trato que atente contra los derechos de ellos, asimismo reclamar al gobierno las leyes de protección correspondientes.
Gracias perros del mundo por contribuir a que seamos mejores personas.
Mi historia con los perros data de muchos años atrás. Siempre quise tener uno, pero en casa no me lo permitían. Recuerdo que adopté mi primer perro, a la edad de 9 años, un callejero muy amigable al que recogí del parque, Su estancia lamentablemente solo duró unos minutos pues fue desalojado por mi abuelo en el mismo instante en que hizo sus necesidades debajo de la mesa del pasillo. 
Una de las aventuras de este fiel amigo es que permaneció perdido casi tres semanas, nos causó mucha pena y preocupación en casa, hasta que fue encontrado muy flaco y sucio, pero estaba vivo y eso era lo más importante. La alegría había vuelto, "Canuto" ya estaba en casa.
